La Fiesta de la Virgen del Carmen es una de las expresiones culturales y religiosas más importantes del Cusco. Celebrada entre el 15 y el 19 de julio en el pintoresco pueblo de Paucartambo, esta festividad reúne fe, tradición, historia y arte popular, en un evento declarado Patrimonio Cultural de la Nación en 2006.
Durante estos días, miles de devotos, turistas y danzantes llenan las calles empedradas del pueblo para rendir homenaje a la Mamacha Carmen, como es cariñosamente llamada esta advocación mariana. La fiesta destaca por su riqueza simbólica: combina el catolicismo traído por los colonizadores españoles con las cosmovisiones andinas, representadas en danzas, música y rituales transmitidos de generación en generación.
La devoción a la Virgen del Carmen en Paucartambo tiene raíces coloniales, pero también está envuelta en una leyenda local profundamente simbólica. Se dice que, en tiempos antiguos, la Virgen era venerada en una pequeña capilla llamada la Asunción, ubicada a las afueras del pueblo, donde se encontraba bajo la protección de los hacendados españoles.
Sin embargo, durante una incursión violenta de los ch’unchus —nombre quechua con el que se designaba a los pueblos amazónicos vecinos—, la capilla fue incendiada y los españoles asesinados. La imagen de la Virgen fue lanzada al río Amaru Mayu, pero en lugar de perderse, la corriente la llevó suavemente hasta una pequeña isla del río, donde fue encontrada intacta por los habitantes de Paucartambo.
Desde entonces, la Virgen fue considerada un milagro viviente y trasladada al pueblo, donde adoptó el nombre de “Mamacha Carmen”. Algunos creyentes afirman que las marcas de flechas aún visibles en su imagen son prueba del ataque que sufrió, reforzando la idea de que la Virgen eligió quedarse y proteger a su pueblo.
Otras versiones sostienen que su imagen fue traída desde Pucará por viajeros itinerantes, o que llegó de forma más formal como parte del proceso de evangelización. Sin embargo, la historia de la flecha, el fuego y el río continúa siendo la versión más popular y emocionalmente fuerte, pues representa la resistencia espiritual del pueblo frente a la violencia y la adversidad.
La celebración no ocurre en un solo día. Aquí te comparto un resumen del cronograma principal:
El punto culminante es la procesión de la Virgen del Carmen por las calles del pueblo, acompañada por más de 20 comparsas de danzantes. Cada danza tiene un significado particular y representa diferentes aspectos históricos, sociales o simbólicos del Perú.
Los Qhapaq Qolla, por ejemplo, representan a los comerciantes andinos que traen productos de la puna; los Saqras simbolizan fuerzas del inframundo que tratan de tentar a la Virgen, pero al final son perdonados en señal del triunfo del bien; y los Qhapaq Ch’unchu evocan a los guerreros amazónicos, reflejando el encuentro entre la selva y los Andes.
Otros personajes como los Maqt’a (jóvenes traviesos), los Panaderos, Wayras, Contradanza o Majeños dan vida a escenas que combinan sátira, devoción, historia colonial y expresiones populares. La danza no es solo arte: es ofrenda, plegaria y afirmación de identidad.
Uno de los momentos más intensos es la guerrilla del 17 de julio, una escenificación simbólica donde los Qhapaq Ch’unchu enfrentan a los Qhapaq Qolla en la plaza principal. El acto termina con la captura simbólica de la “imilla” Qolla, una figura femenina que representa a la Virgen del Carmen. Este evento recrea, de manera festiva, los antiguos conflictos entre pueblos de selva y sierra.
La participación en una comparsa implica años de compromiso, aprendizaje y fe. Muchos danzantes inician desde niños y, con el tiempo, alcanzan rangos como soldados, capitanes o caporales. Además, se visitan los cementerios para rendir homenaje a los antiguos danzantes y “bautizar” a los nuevos, reforzando los lazos entre generaciones.
Durante toda la festividad, el pueblo vive un ambiente de camaradería, música, comida típica y fervor religioso. Se comparten platos como lechón al horno, tamales y chiri uchu, y se ejecutan danzas y cánticos en quechua y castellano, como parte de una expresión cultural que ha resistido el paso del tiempo.
Una Fiesta que Conecta el Pasado con el Presente La Fiesta de la Virgen del Carmen no es solo una celebración religiosa, es una memoria viva de los pueblos andinos, una forma de resistencia cultural, y una muestra de cómo las tradiciones pueden perdurar, reinventarse y seguir emocionando a generaciones enteras.
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